EA
Siempre quise, un día, una zamba darles
B7AE
para agradecerles todo lo que son:
AB7E
la voz del consejo, del reto seguro,
F#mB7E
el alma autoritaria, el corazón puro,
AB7E
el mirar cansado cuando agota el día,
AB7E
aunque estén sangrando, no muestran las heridas.
No puedo mirarlos, perdonen mi canto,
sus almas humildes me dicen que no,
mas sólo Dios sabe lo que siente un hijo,
los tatas están viejos y él, no maduró.
Mucho tiempo queda, juntos viviremos,
quiero que me enseñen, que me den su amor.
Estribillo
EAB7E
Hoy quiero, con ustedes, repetir de nuevo
AB7E
toda la aventura de ser lo que soy:
AB7E
sangre de sus sangre, vino de sus viñas,
F#mB7E
rama de la vida, fruto del amor;
AB7E
ustedes, el origen de tantas semillas,
AB7E
orgullo en mi canto que es admiración.
Con sus troncos fuertes de raíz madura
nueve ramas verdes deben sostener:
una que se parte, otra se separa
y, en un suelo arisco, árbol quiere ser,
y otras que se adhieren y beben su savia,
brotarán lejanas llevando su ser.
Tata, estás pensando:-Quién no lo diría,
que a tu lado hay alguien más fuerte que tú;
juntos recorrieron un largo camino,
vos, por las espinas y ella, con la cruz.
Quiero devolverles en humildes versos
el darme el misterio de mirar la luz.