Me llamarán, nos llamarán a todos. Tú, y tú, y yo, nos turnaremos, en tornos de cristal, ante la muerte. Y te expondrán, nos expondremos todos a ser trizados ¡zas! por una bala. Bien lo sabéis. Vendrán por ti, por ti, por mí, por todos Y también por ti. (Aquí no se salva ni dios. Lo asesinaron.) Escrito está. Tu nombre está ya listo, temblando en un papel. Aquel que dice: abel, abel, abel ... o yo, tú, él ... Pero tú, Sancho Pueblo, pronuncias anchas sílabas, permanentes palabras que no lleva el viento...