Cuando te canses de interpretar esos papeles de plata, cuando los coches de esta ciudad no sean más que hojalata, habrá espacio para los dos entre toda esta locura, y las noticias de las tres no tendrán más que contar. Cuando acaricies la multitud al ritmo de una canción tan pequeña, nunca te harás mayor, tu memoria es tan frágil como tu voz. Te he visto caer y luego volverte a levantar diciéndome que no lo harás más. No vas a cambiar y yo me cansaré de esperar, te diré adiós, hasta la próxima vez. Cuando tengas lo que necesitas ya no tendrás que buscarme, vender las cosas que más importan, quince minutos de gloria. Cuando no te puedas levantar, cuando no encuentres motivos, sabes que volveré a buscarte para decirte que no todo está mal. Te he visto caer y luego volverte a levantar diciéndome que no lo harás más. No vas a cambiar y yo me cansaré de esperar, te diré adiós, hasta la próxima vez. No somos más que el reflejo de los tiempos que corren, dos insolentes pisando lo que otros pisaron antes, no somos más que amantes que han perdido el tiempo. Pero hay algo que elige por mí, algo que llevo muy dentro, nunca he sabido porque lo hago, pero es algo tan bello que hace daño.