Aún siendo omnisciente, tú elegiste morir Sabiendo que fallaría, me dejaste vivir Que yo a ti te negaría, una y otra vez Aún así diste tu sangre, tus ojos que yo pueda ver ¡Heme aquí maravillado Por tu amor y tu bondad! Me dejas sin palabras, rendido a tus pies A ti yo siempre te alabaré ¡Heme aquí señor! ¡Oh! En ti encuentro gracia, paz a mi alma Una fuente inagotable, que quite toda sed Soy tesoro adquirido por tu cruz salvadora A la creación me uno para yo glorificar Te amo sin comprender toda tu plenitud Sí, alzaré mi voz mi Jesús, y te glorificaré