Soy hijo de Buenos Aires, por apodo "El porteñito", el criollo más compadrito que en esta tierra nació. Cuando un tango en la vigüela rasguea algún compañero no hay nadie en el mundo entero que baile mejor que yo. No hay ninguno que me iguale para enamorar mujeres, puro hablar de pareceres, puro filo y nada más. Y al hacerle la encarada la fileo de cuerpo entero asegurando el puchero con el vento que dará. Soy el terror del malevaje cuando en un baile me meto, porque a ninguno respeto de los que hay en la reunión. Y si alguno se retoba y viene haciéndose el guapo lo mando de un castañazo a buscar quien lo engrupió. Cuando el vento ya escasea le formo un cuento a mi china que es la paica más ladina que pisó el barrio del sur. Y como caído del cielo entra el níquel al bolsillo y al compás de un organillo bailo el tango a su "salú".