Yo he visto hombres en el mundo Desgraciados por demás, Mas no tanto ni a tal punto Como mi amigo tomás. Está casado mi amigo Con una mujer terrible: Caprichosa, coquetonta, Y con un genio insufrible. No hay día de la semana Que no haya disputa entre ellos: Cachetadas, arañazos Y tiradas de cabellos. El pobre tomás ya tiene La nariz contramarcada De un mordisco tremebundo Que ella le dio sulfurada. Mas él dice que no importa, Pues para colmar su enojo La obsequió ese mismo Día con un sopapo en un ojo. Para colmo de desgracia, La suegra, que es una arpía, Se le ha antojado, también De vivir en compañía. Y sin consultar con nadie Ni reparar en los males, Se vino con su equipaje Y una punta de animales. Se trajo una cotorrita, Dos perros y cuatro gatos; Pollos, pavos y gallinas Y varias yuntas de patos; Dos cardenales, un loro, Tres cajones con conejos, Tachos, macetas de plantas Y varios otros trebejos. Y desde que se ha mudado, Según me lo ha dicho el yerno, Se ha transformado la casa En la mansión del infierno. Todos los días se arma Una grande tremolina, Ya en el patio, ya en la sala, Y a veces en la cocina. Es de carácter tan cruel La maldita de la vieja, Que la otra noche a tomás Casi le arranca una oreja. Tomás maldice la hora Que se casó con la hija, Y brama por verse libre De tan mala sabandija. La salvación de mi amigo Es, según mi parecer, Que venga el cólera y lleve A su suegra y su mujer.