Cristóbal Colón: ¡Hoy la brisa me es propicia! ¡Qué goce tan inefable se siente, al pisar las sendas por donde no pasó nadie! Solista: En cubierta, por las noches, se alzan guitarras y sones, bálsamo para estos hombres de tan duros corazones. Un marinero: ¡Quién me diera en mi pueblo con la Carmela, jamón y morteruelo y valdepeñas! Otro marinero: ¡Quien como yo nada tiene, que nada espere! Solo sobre las aguas me he quedado... ¡Que Dios, si quiere, me comprenda y deje morir tal cual nací: pobre y honrado! Solista: Otras coplas son feroces, insultantes las canciones, Colón desoye las voces de los hermanos Pinzones. Voz de Pinzón: ¡Ahórcalos, Colón, ahórcalos! Un marinero: No se crea la gente si estoy callado que de mi mala suerte voy resignado... Voz de Pinzón: ¡Ahórcalos, Colón, ahórcalos! Cristóbal Colón: Atención, marinero de cien mares, argonauta romántico y doliente que ahora ante el infinito cansado te detienes: ¡A la mar otra vez, que un nuevo día más luminoso en el azul florece..!