Aunque quieras, no podrás refugiada en otros brazos mis caricias olvidar convenciéndote tú misma que así lo puedes lograr que otras manos en tu cuerpo puden hacerte vibrar. A tu lecho llegarán labios y manos temblando recorriéndote la piel desearás que las caricias sean como las de ayer las mismas que te excitaban como las que te enseñé. Y cuando haya terminado tu fiebre de amor cuando de nuevo estés sola en tu habitación en medio de la penumbra al pedir perdón me recordarás llorando. Me recordarás llorando. Me recordarás, lo sé. Llorarás arrepentida, como yo lo hice por ti, te sorprenderán los días cada nuevo amanecer preguntando a tu conciencia si gane o si perdí. Y cuando haya terminado tu fiebre de amor cuando de nuevo estés sola en tu habitación en medio de la penumbra al pedir perdón me recordarás llorando. Me recordarás llorando.